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Eres hijo del Infinito, y heredero de todo.
Tus deseos son realidad, cuando no tienes ni un mínimo resquicio de duda.
William Walker Atkinson
No creo en la «humildad». Esa actitud mansa, de andar con la cabeza baja, no me llama la atención y carece totalmente de sentido, totalmente.
¡Qué idea esa de convertir en virtud esas cosas, cuando el ser humano es el heredero del Universo, y tiene derecho a todo lo que necesite para su crecimiento, felicidad y satisfacción!
No quiero decir que haya que adoptar una actitud fanfarrona y dominante–eso también sería absurdo, pues la verdadera fortaleza no se exhibe de esta manera–. El fanfarrón es un debilucho confeso: fanfarronea para ocultar su debilidad. Aquel verdaderamente fuerte es sereno, tranquilo, reservado, y lleva consigo la conciencia de la fortaleza, la cual hace innecesario el fanfarronear de su supuesta fortaleza.
No hay nada demasiado bueno para ti, ¡nada!. Lo mejor que existe ni siquiera comienza a ser lo suficientemente bueno para ti.
Pero esto es lo que debes recordar: nunca pierdas de vista el hecho de que todas esas cosas buenas no son sino juguetes –parte del juego– y que tienes que estar perfectamente dispuesto a dejarlos de lado cuando llegue el momento de pasar a la clase siguiente, y no llorar ni quejarte porque has de dejar los juguetes atrás.
No te permitas apegarte demasiado a ellos–aunque son para tu uso y placer, no son parte de ti–, no son esenciales para tu felicidad en la siguiente etapa. Desprécialos no por su falta de realidad, pues son cosas maravillosas relativamente, y puedes disfrutar tanto como quieras de ellas. No seas un mojigato espiritual, viendo todo desde afuera y negándote a participar en el juego. Pero no te apegues a las cosas–son buenas para usarlas y jugar con ellas, pero no lo bastante buenas para usarte a ti y convertirte a su vez en un juguete–. No dejes que los juguetes inviertan los papeles.
Esta es la diferencia entre ser Amo de las Circunstancias y Esclavo de las Circunstancias. El esclavo cree que los juguetes son reales y que él no es lo bastante bueno para tenerlos. Recibe sólo unos cuantos, porque tiene miedo de pedir más y se pierde casi toda la diversión. Y, luego, creyendo que los juguetes son reales, y al no comprender que hay muchos más de donde estos salieron, se apega a las pequeñas baratijas con las que se ha topado, y se permite convertirse en su esclavo. Tiene miedo de que se las quiten y no se atreve a gatear por el suelo e ir a tomar otras.
El Amo sabe que puede pedir de todo.
@WilliamWAtkinson
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BY Gran Canaria Libre
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