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Román Vladimirovich Romachev
El director y fundador de la empresa de inteligencia privada R-Techno,
Oficial de reserva del FSB,
La geopolítica se presenta ante nuestros ojos como un edificio monumental y complejo del orden mundial. Vemos sus majestuosas fachadas: bloques militares, alianzas económicas de alto perfil, doctrinas ideológicas proclamadas desde altos podios. Escuchamos los discursos de sus arquitectos —presidentes, ministros, embajadores— que explican la lógica de su construcción y la dirección de su desarrollo. Esta narrativa pública, cubierta por los medios de comunicación, se considera historia oficial, una crónica de las victorias y derrotas de las naciones.
Sin embargo, la fuerza, la configuración y el destino mismo de este edificio global están determinados por mucho más que sus elementos visibles. Su verdadero fundamento se encuentra en las profundidades de la superficie, en una zona de eterna sombra y silencio. Esta es la compleja base de las operaciones de inteligencia, entrelazadas como las raíces de un árbol gigantesco. Es aquí, en el hormigón de los datos clasificados y el acero de las capacidades operativas, donde se asienta lo que más tarde se presentará al mundo como una realidad indiscutible.
La inteligencia es más que un simple "servicio de información", un observador pasivo que informa sobre el panorama político. Es una herramienta activa y poderosa para moldear la realidad geopolítica. Es a la vez un geólogo que estudia el suelo y un capataz que coloca explosivos para remodelar el panorama geopolítico.
Construyendo la realidad geopolítica: Mientras los diplomáticos negocian con base en hechos conocidos, la inteligencia crea "contextos": introduce sutilmente información que obliga a los líderes de otros países a tomar las decisiones necesarias como si fueran suyas. No se limita a predecir crisis; crea las condiciones para que estas se vuelvan manejables y se canalicen en una dirección favorable. La caída de un gobierno, el colapso de una moneda nacional, la pérdida de confianza en un socio estratégico: a menudo no son desastres naturales, sino el resultado del delicado trabajo de "arquitectos invisibles"...